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Ayer exploramos la realidad y el poder del diálogo interno. Para muchos de nosotros, una de las voces más predominantes en nuestras mentes es la preocupación. Tenemos pensamientos ansiosos y llenos de miedo que afectan cómo nos presentamos en el mundo.
Una forma en que combato la ansiedad es repetirme a mí mismo: “Yo no me preocupo. ¡Yo oro!” Es una afirmación simple que me recuerda no perderme en mi propio cerebro, sino dirigir mi enfoque hacia Dios. Desactiva el pensamiento negativo. Te animo a que lo intentes también. Inicialmente, puede parecer un ajuste menor, pero con el tiempo, produce resultados profundos.
Esta pequeña afirmación se extrae de Filipenses 4:6–7, que nos recuerda:
No se preocupen por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”
Filipenses 4:6–7 NVI
La preocupación tiende a crear una separación entre tú y Dios, causando distancia emocional y una sensación de aislamiento. En cambio, la oración te acerca más a tu Creador, fomentando la confianza e intimidad. A través de la oración, reconoces que la presencia de Dios está contigo, Él realmente se preocupa por ti y está listo para ayudarte.
Observa la frase “denle gracias”. En la oración, no solo expresas tus necesidades; también expresas gratitud por las
bendiciones que ya has recibido. La gratitud tiene la notable capacidad de cambiar tu perspectiva e infundir tu mente y emociones con positividad.
Este acto de entrega a Dios a través de la oración es profundamente transformador. Te alinea con Su amor y protección divinos, subrayando que no estás solo y que tu situación no es desesperada. El Espíritu Santo está contigo y guiará tu camino.
Recuerda, la oración no se trata de ignorar las preocupaciones, sino de transformarlas en peticiones que haces a Dios. Muchas veces, después de orar, necesitarás tomar acciones positivas para abordar lo que te preocupa. Sin embargo, si comienzas con la oración, tendrás una mente más clara y un corazón más tranquilo. Tendrás la seguridad de la presencia de Dios. A menudo, tendrás ideas y creatividad dadas por Dios.
Tienes una conexión directa con Dios. Él es tu fuente de sabiduría, consuelo y orientación. Así que no comiences con la preocupación. Comienza con la oración.
¿Hay algo que esté creando ansiedad o miedo en tu corazón en este momento? Repite audazmente a ti mismo: “Yo no me preocupo. ¡Yo oro!” Y luego, con agradecimiento, presenta tus peticiones a Dios, permitiéndole reemplazar la preocupación con la paz.
Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti, a todos los que concentran en ti sus pensamientos.
No se preocupen por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Digan a los de corazón temeroso: “Sean fuertes y no teman, porque su Dios viene para destruir a sus enemigos; viene para salvarlos”.
No tengas miedo, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré; te sostendré con mi mano derecha victoriosa.
Estar con Jesús 365 Devocional
© 2023 por Mark Jones
Publicado por Grafo House Publishing
Guadalajara, México
en colaboración con
Jaquith Creative
Tulsa, Oklahoma
ISBN 978-1-963127-01-0 (impreso)
978-1-963127-02-7 (electrónico)